Entre los misterios científicos aún no resueltos concernientes a las aves, destaca la incógnita que supone desconocer el factor responsable del alarmante declive del gorrión común en gran parte de su área de distribución. Tal es así que en Reino Unido un medio de comunicación incluso ofreció una suculenta recompensa económica a quién resolviera el enigma.
Como si de un crimen se tratara, las numerosas investigaciones que han abordado esta cuestión en diferentes lugares del planeta han señalado como sospechosos a la práctica totalidad de factores ambientales con los que se puede relacionar un gorrión a lo largo de su vida: alimentación, disponibilidad de lugares de cría, contaminación atmosférica, lumínica, acústica, radiaciones electromagnéticas, enfermedades,… Sin embargo ninguno de estos factores “sospechosos” parece explicar por sí solo el declive observado, e incluso algunos de ellos que si se correlacionan con la disminución del gorrión en un determinado lugar, parecen no tener ninguna influencia en otro, dando como resultado un puzzle de difícil resolución.
Un estudio recientemente publicado realizado en la ciudad de Londres, uno de los entornos urbanos en los que el declive del gorrión común es más conocido, apunta (de nuevo) a la existencia de una relación entre la disminución de estas aves y un sospechoso ya conocido: la malaria aviar.